No me inviten

Sábado en la tarde y decido “aprovechar” que no tengo nada que hacer para escribir. “Aprovechar” un sábado a la noche escribiendo es una molestia. ¿Estamos de acuerdo? Se me ocurren cientos de opciones que serían realmente “aprovechar”. Y escribir, infelizmente, no es una de ellas. 
Es que la vida social de una madre de familia con 3 hijos es realmente pobre. Porque una “parejita joven” con un bebe es una pareja cool. Ahora, un matrimonio con 3 hijos es una “familia” y eso ya no le gusta a nadie. Nadie te quiere invitar con 3 críos que vayan a desbaratarle la casa. Yo misma odio que me saquen de su lugar cualquier cosa. Es más, odio cuando lo hacen mis hijos y eso que no paran de hacerlo. Es un horror. Mira si vas a querer que vengan 3 “extrañitos” con sus papis a cagarte una velada rocker.
¡Yo antes tenía una vida sociaaaaal … aaaayyyy, que lindo era! ¡Eso sí que era lo màximo!. conciertos, drinks, rockanrol, jajaja, todo lindo. Me producía, maquillaje, anillito y collar haciendo juego. Uñas pintadas. Una tarada feliz. Eso era antes, cuando tenía una vida. Ahora extraño cualquiera de esas partes. Me conformo con lo que sea: una cena de menú chifa, cine, teatro a la gorra en la calle. Lo que sea. Todo extraño. ¡Hasta depilarme extraño!.¡Estúúúpida! ¿Ahora, sabés qué?, en casa pongo cara de seria y digo “voy a hacer unas cosas del trabajo y vengo”. Voy toda maquilladita y feliz a las entrevistas con los clientes. ¡Porque esa horita de libertad me la aprovecho toda!.
En cambio, mi vida social ahora consiste en reuniones de padres, cumpleaños infantiles, mamis en el parque, y, como paseo cultural, me puedo llegar a clavar una “Shrek 8”, “Cars 2".
Retomando, la cuestión es que la gente “cool” ya no te quiere en su casa. Y uno solo va a lo de hermanos, primos, o amigos con hijos. Y te digo que hasta por ahí no más. Porque salir con un bebe ya es un trabajo. Para empezar, olvídense de una cartera a la moda y con onda. Sale “bolso de bebe” y más vale que grande y con varios bolsillos. ¿Tienen una idea de todo lo que hay que llevar en un bolso de bebe?. Pañales, 2 o 3 cambios de ropa, por si se le pasa el pis, se caga o se tira algo encima. Babero, vasito, mamadera y algún juguetito de mierda que haga ruidito para que se entretenga en el taxi. Además del cochecito para sentarlo a la hora de comer o ponerlo a dormir si se pone pesado. ¿Contaron ítems?¡Y eso que es solo para salir 4  horas! Imagínate las vacaciones …
Encima, los hijos siempre te hacen quedar mal, y a una que no le cuesta nada. Si me invitan a comer, contado que a Abi no le gusta nada!. Y mis amigos hacen a sus hijos vegetarianos o no les dan comida chatarra. A Abi no le gusta casi nada que no sean papitas, salchichas, hamburguesas, pollo a la brasa o pastas.. Asado … ¡nada!. tengo unas empanaditas de carne … ¡nada!. A medida que te van ofreciendo opciones que la chica va rebotando, vas quedando hasta el culo. Tù, mientras, les vas diciendo que no hagan de esto “un tema” porque es peor y … demasiado tarde. Cèsar ya llora a los gritos de aburrido . Abi :“Te dije que no quería venir”  Trato de sonreir: “Bueno, Abi, no es para tanto. Còmete un sándwich. Anda, anda a jugar con tu amiga.”. Y para rematarla bien y dejarme bien hasta el culo, dice: ”Me aburro con ella. Ya te lo dije en casa. Y además no es mi amiga.¡Ay, Dios, que encanto!.
Ya cuando vuelvo, a última hora, con los niños dormidos en el taxi y de mal humor (especialmente yo, de muuuuy mal humor) verme bajar del taxi es todo un show.
Una no se da cuenta en el momento, pero se te transforma en una especie de equilibrista cruzada con Ekeko. Para bajar al bebe del auto, te pones su chupón en la boca, el bolso (pesadísimo) en un hombro, tu cartera en la otra, todos los abrigos en una mano y, con la otra mano libre cargas al bebe, que se te va cayendo queda medio colgado de tu pelo como si fueran lianas y de tu ropa, al punto que se te va bajando el escote hasta casi quedar con las lolas afuera. Igual, tranquila, porque ya no puedes calentar a nadie así. El resto de lo que queda en el auto lo “rescatas” con el dedo meñique. Y tratas de abrir la puerta de tu casa así, caminando como un orangután de 300 kilos, con cosas que te cuelgan por todas partes.
¿¡Dios mío, cuándo me perdí!?
Y hay algo peor. Es la contradicción misma, porque la cabeza de una madre con hijos chicos no funciona muy bien , ni responde lógica alguna. Y guarda que la de los papás, en general, tampoco. Porque cuando vuelves a tu casa, amén de desear salir a costa de lo que sea, siempre tiras alguna frase ridícula del porte de: “la verdad es que la hubiéramos pasado mejor en casa”. Al final, uno ya está tan agotado que no sabe quién es, ni qué quiere, ni cuándo se convirtió en “esto”. No se entiende uno y los hijos menos.

¿Sabes qué? Gracias. Te re agradezco, pero deja, no me invites. Es lo mejor para todos.

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