Cómo se archiva el amor paterno???

Ayer a la noche mientras berreaba con mi hijo menor Gael, prácticamente obligándolo a acostarse, forcejeando para ponerle el pañal y tratando de gritar más fuerte que él (yo: una ridícula) como si eso me diera alguna autoridad y sabiendo que no conduce a ningún buen puerto, Cesar ( con 3 años y más adultamente que yo) se dio vuelta y me dijo: “mamá, no grita”).
Bue, todo terminó con un abrazo, yo comiendomelo a besos y con un cuento de avioncitos que querían ser veloces… para terminar, a pedido del público: una “canchión”.…mientras cantaba alguna de las mil y una variaciones del pato renato (soy una experta en cambiar la letra cada noche, como la mayoría de ustedes) pensaba en cómo se procesará cada una de esas “minihuellas” que cotidianamente imprimimos en la memoria de nuestros pichones con el nunca bien ponderado “rutinario” trabajo de mamás.

¿Qué recordarán de cada una de las cientos de cosas que hacemos cada día para ellos?: el desayuno, el puré, limpiarlos, los besos, abrazos, las salidas, charlas, idas y vueltas, el baño… incluso peleas, retos, la tarea del cole…¿Cómo se imprime y qué es lo que importa? El amor desde luego pero siempre me dio curiosidad saber cómo funcionará.

Y todo para que un día sean adolescentes y nos odien ¡qué injusticia, Dios Mío! Una vez la descubrí a mamá llorando hará unos varios años porque habíamos discutido, que en ese momento tendría unos veinte años. En ese entonces yo no era mamá y me pareció que mi vieja exageraba, para variar. Y hoy, que registro la cantidad infinita de “minicosas” que hacemos diariamente me pregunto en qué lugar o de qué manera se acumulan, acopian, registran. ¿Qué recordarán de todo eso nuestros hijos?

Si bien no hago ninguna de esas cosas para que se las acuerden, a veces pienso: ¿Se acordarán de “esto”?, en una salida mientras nos matamos de la risa todos juntos, por ejemplo. El otro día mi hija mayor (de casi 9) me dijo algo que me aniquiló: “tu a mí me tienes mucha más paciencia que a Gael”… ¿Por qué me lo dijo?, ¿Qué, a Gael lo trato mal? ¿Le estoy cagando la autoestima? ¿A los quince sentirá que lo abandoné, que su madre no lo amó lo suficiente?… ¿Se acordará de la otra noche que lo renegué fuerte porque no me dejaba ponerle el pañal y le dio “mucho miedo” cuando le grité?… ¡Ay, Dios, no se hace eso con el corazoncito de una madre rocker.

En serio, me da curiosidad, ¿las opciones de almacenamiento de la memoria infantil serán binarias?, tipo: me ama – no me ama; me cuidaron-no me cuidaron; todo bien-todo mal? No sé, pero una vez más no tengo respuestas, conocimientos ni certezas para algo relativo a la maternidad. Aunque supongo que el amor maternal crece junto a la experiencia misma del “prueba-error”… ojalá que el de ellos también.

El domingo en la noche enganché la peli “Then she found me”, con Helen Hunt que hacía de una mujer que había sido adoptada, que ya grande y conocía a su madre Bette Midler, quien la terminaba acompañando en el trayecto de concretar la maternidad: quedar embarazada a como diera lugar… el tema es que, en un momento, la madre mientras Helen Hunt recién embarazada se baña en una enorme tina, a modo de mimo, le lava el pelo. Vi eso y rompí en llanto. Fuerte. Ridícula. Era casi la media noche y lloraba sola tratando de no despertar a los demás…bien de mujer.

A dónde quedan los recuerdos de cosas hermosas y amoroso-maternas de cuando somos niños. Por día hay miles de cosas que sería divino que mis hijos recuerden. Todo lo hago con amor, aunque putee un poco en el camino. Tal vez le esté pifiando a la pregunta, tal vez no valga la pena, quizás lo importante se imprime solito…quizás un día me pidan que los peine, o que les haga milanesas a ellos y a sus hijos y mientras se las prepare se acuerden de muchas cosas que yo misma ya haya olvidado.

Somos siempre niños al lado suyo.


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