Esa cosa horrible llamada Mami

Todo eso que juraste que nunca harías o dirías… ¡y lo terminaste haciendo! ¡Lo lograste! Te convertiste en ESA COSA HORRIBLE LLAMADA MAMI.
MAMI: Es eso en lo que te transformas el día que entraste a la clínica para parir, dando tu nombre y apellido, pero después del primer pujo escuchaste a la Obstetra decir: “Vamos, haz fuerza mami”. Eso que te dijo la enfermera cuando te vio llorar la primera vez que diste la teta: “Vamos, no llores, mami”. Ó El día de la primera reunión en el Kinder de tu hijo: “¡A ver las mamis!” .


MAMI: Eso en lo que te vas convirtiendo a medida que empiezas a repetir las frases que odiabas de tu vieja y mientras vas traicionando progresivamente todos tus ideales de juventud. ¡¡¡¡MAMIIII!!!….y la reputamadrequeloreparió!
Es más, yo creo que, a medida que las horas de sueño aumentan, el sistema operativo de la razón empieza a fallar. He hecho cosas inconfesables, entre las de sacudir al niño que no para de llorar hace horas, es un mierda. Sí, confieso: la maternidad ha logrado sacar lo mejor pero también lo peor de mí. Este año, sin ir más lejos, desde que empezaron las clases me la pasé hablando con Cesitar (de 5 años) sobre su Miss “Lorena”… “¿Y, qué tal hoy con Lore?”; “¿Qué te dijo hoy Lore?”; “¿Te divertiste con Lore?”…la cuestión que mi hijo nunca me contestaba y no quería ni contarme algo del jardín. Pasó el primer mes y medio hasta que en el camino a casa, atormentado por mis preguntas sobre el jardín y Lore (“¿Qué pasa, no la quieres a Lore?”) me mira y me dice: “Mamá, ¿quién es Lore?”(Se las hago corta). Lore se llamaba Silvia.…y bue, mami no está bien.

Es que el cansancio acumulado de años te hace sucumbir y entregarlo todo. La dignidad la entregué hace años, con mi primera hija. Eso ya no es novedad. Díganme la verdad: ¿Qué necesidad tengo de preguntar qué quieren comer? ¡Si ya sé que todos quieren algo diferente! (y yo la primera). Y, les juro, no puedo evitarlo, siempre término haciendo tres cosas diferentes puteando entre dientes…pero eso sí: ¡los hijos de esta loca no pasan hambre, que se sepa!
Diciendo todo esto podría parecer que estoy loca (lo cual es verdad), que soy una imbécil (lo cual es verdad), que soy pésima criando hijos (que también puede ser, aunque le pongo mucha onda) y todo producto de la quimera de criar hijos y del sueño vano de querer conservar la especie. En fin mucho antes de ser madre había cosas de la maternidad que no entendía y odiaba profundamente. Ahora con tres hijos sigo igual, salvo que las entendí, pero las sigo odiando tanto o más que antes. De las peores cosas que recuerde fue la de la caca: ¡Un día cambió de color y de olor! (PARENTESIS MEJOR QUE TE ENTERES AHORA: ¡LOS BEBES CAGAN COMO ADULTOS!) y lo primero que hice fue Googlear “caca medio amarilla anormal”- y – oh sorpresa- encontré un montón de "control freaks" como yo, que incluso suben fotos de pañales cagados. Con todas las texturas y colores que te puedas imaginar. Y, así, sin darte cuenta un día te encuentras contemplando un pañal como si fuera un cuadro de Jackson Pollock. ¡Oh, Dios! Odio convertirme en esa cosa horrible llamada mami…¡Por favor basta! No me humillen más que tengo sueño. Ya está, ya pagué todo el daño que había hecho. ¡Devuélvanme el control remoto! ¡Quiero mi vida de vuelta!



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